Cuando la semana pasada vi que esta newsletter caía el 8 de marzo, valoré seriamente la posibilidad de adelantarla o retrasarla. Pensé en cómo hablar del tema. O en cómo no hablar. Busqué un enfoque distinto, que no quedara en el enésimo pinkwashing -porque aunque yo hable de mujeres y feminismos todos los días, hacerlo el 8 de marzo siempre me deja un retro gusto desagradable en la boca.
Bravo por esta newsletter!!!