Italia es un país de contradicciones, y por eso la amamos y odiamos al mismo tiempo.
Pocas cosas excitan un italiano más que una discusión. Discutir es parte del propio ser italiano. No hablo de la discusión como la de los clubes de debate. Tampoco es un discutir de pelea (aunque el señor que comparte casa conmigo tenga algo que decir al respecto). Es más una discusión por el mero placer de discutir, algo filosófico. Si tú dices a, yo tengo que decir b, porque así es más divertido.
Si lo piensas, es algo precioso. Es lo opuesto a enfrascarse en tu posición, es meterse a explorar las implicaciones de una idea opuesta a la de quien tienes en frente. Es un continuo meterse en la piel del otro, ver algo desde distintos puntos de vista.
Los italianos son raros. Somos. Son. Lo que sea. Son muy individualistas, en el sentido que piensan solo en sí mismos. Pero no son mala gente, no te quieren mal, no buscan hacerte daño. De hecho, le importas bien poco. Por ejemplo, en carretera conducen como monos locos, pero no de forma pasivo-agresiva como en España. Sabes, esos personajes que claramente tienen una vida bien triste y la solucionan no dejando que los adelantes en la autovía, o que cuando vas a 100 en una nacional con límite a 90 te adelantan pero acto seguido plantarse delante de ti a 80. Los italianos son hedonistas hasta el meollo, lo que importa son ellos, ellos y ellos. Así que si les estorbas te adelantarán, y una vez adelantado se olvidarán de ti. Sin rencor.
Este individualismo hedonista es alegre, feliz, y lo relaciono con la dicotomía entre la iglesia católica y la protestante. Como escribía Umberto Eco en uno de sus textos breves, quizás de los más conocidos: “È festoso, amichevole, conciliante, dice al fedele come deve procedere passo per passo per raggiungere – se non il regno dei cieli – il momento della stampa finale del documento”. Bueno, él hablaba de Macintosh y Ms-Dos, pero nos entendemos. (Aquí encuentras el texto original en italiano y en inglés, se publicó en La Bustina di Minerva de L’Espresso el 30 de septiembre de 1994).
Individualista no quiere decir egoista. Al revés, hay mucha solidaridad y el asociacionismo es muy desarrollado. Es lógico: un pueblo históricamente abandonado por el estado se organiza como buenamente puede. Si las instituciones te fallan, montas tu propia red de asistencia. Los demás ciudadanos son tus compañeros de desgracia: quizás no haya ese sentido del deber hacia la comunidad de los países protestantes, pero sí hay empatía hacia los otros seres humanos.
En España hace unos años se habló mucho del Caffè sospeso (aquí un artículo en El País: ¿Hay un café pagado para mí?): la tradición napolitana, que desconozco si realmente sigue existiendo, de dejar pagado un café de más por si alguien necesitara uno pero no pudiera pagarlo. A partir de ahí surgieron todo tipo de comidas pagadas: panettone sospeso, pizza sospesa, compra y pan:
En el último viaje a Italia, en noviembre, me encontré con otras dos realidades solidales, la banca peota y los GAS (Gruppo di Acquisto Solidale / Grupo de Compra Solidario).
La banca peota
“¿Conoces la banca peota? En Pordenone a finales de los años 70 aun existían”.
La banca peota era un sistema de ayuda mutua que solía tener un bar o una taberna como centro, cuando bares y tabernas eran de facto el centro social de un barrio o un pueblo.
Cada miembro aportaba una pequeña cuota semanal, y tenía derecho a pedir pequeños préstamos, que podía devolver en las siguientes cuotas. El origen de esta caja de socorros autogestionada parece que está en la cercana región del Veneto, donde aún existen, y son las antecesoras de las cajas rurales y otras asociaciones de ahorro. Hasta casi los años 90 los bancos, los de verdad, eran para los ricos, los que tenían dinero, no ahorros. Cuando aún no confundíamos “llegar a fin de mes” con “ser de clase media” no era fácil encontrar financiación para pequeños gastos.
Necesidad y placer, economía y socialidad se mezclaban, y la cassa peota servía también a pagar salidas, comidas y demás actividades. Al fin y al cabo algo parecido a un txoko o a una asociación de vecinos, pero sin un único fin establecido.
El GAS
Fenómeno contemporáneo es el de los GAS (Gruppo di Aquisto Solidale), los Grupos de Compras Solidarios. Son grupos horizontales (es decir no jerárquicos) de personas que se asocian para comprar directamente al productor. Cada grupo se organiza como quiere y tiene características propias. Son autogestionados, es decir que no son como La colmena que dice sí (que es, desde el punto de vista de un GAS, un poco como Airbnb) donde hay una estructura ya organizada.
Existe una red de GAS, creo, que sirve sobre todo para solucionar dudas, tomar ideas, compartir experiencias, pero cada grupo es una historia. Cada grupo decide qué prioridades tiene: cercanía del productor, precio, calidad. En el grupo de mi padre, por ejemplo, la cercanía es importante si es factible, pero creo que dan más importancia a la confianza y la relación con el productor. Las naranjas vienen de Calabria, porque más cerca no tienen, la pasta de Sicilia (pero tuvieron otros proveedores) y el Parmigiano de Parma. La cuota que pagan es pequeña, unos 15€ al año para costear a quien lleva las cuentas (son una asociación, legalmente) y la sala donde se reúnen una vez al mes. Cada miembro se tiene que hacer cargo de uno o más productos: es decir la relación con el productor, recoger los encargos, recibir el pedido y hacer de centro de distribución. Nadie cobra por hacer nada, por eso es un grupo solidario. No es un sistema cómodo, de ir una vez por semana a por tu caja de verdura. Es quedar para que alguien pase a por sus cajas de aceite, es ir a por las naranjas que llegaron a Antonia, es decidir cuánto Parmigiano quieres pedir esta vez. Yo no sé si lo haría, pero admiro a mi padre y a los demás socios. Es laborioso, y es humano.
👉🏻 Para El Comidista he adaptado LA receta de pasta con queso y mantequilla Y MISO de la que ya no podrás prescindir. Mira, ya sé qué comer hoy. Pasta con miso, mantequilla y queso.
👉🏻 Invitar a comer en casa es facile e divertente, y no tiene que ser ni una carga ni un rollo. Si eres poco ducha en el tema, he recopilado algunas ideas y preguntado a varios comidisters por sus trucos infalibles. Cómo montar una cena con invitados en casa sin morir de estrés.
👉🏻 En el blog se ha liberado la receta de la polenta concia. Harina de maíz, agua, queso y mantequilla. La felicidad era esto. Polenta concia.
👉🏻 Quizás a veces no entiendas de qué va esto del aceto balsámico. En realidad no lo entiendo ni yo porque es un pegotón azucarado, pero este artículo de Carlos Doncel te explica algo sobre vinagre de Jerez y aceto de Módena (con mi pequeño granito de arena). Vinagre de Jerez contra vinagre de Módena: la batalla que va perdiendo España.
👉🏻 Si no controlas donde comprar productos asiáticos en tu ciudad, quizás esta pequeña guía que ha hecho Diego Domínguez Almudevar en El Comidista te ayudará -yo he comentado los dos gallegos que suelo frecuentar, ¿conoces alguno más? Doce supermercados donde comprar comida asiática.
★ No comas palitos de cangrejos. ¿Por qué comes palitos de cangrejo? Qué hay detrás de las salchichas del mar.
★ ¿Tú pides agua de grifo? A mí en realidad me da corte si sé que no es una práctica establecida. Pero me gustaría que lo fuera. La asignatura pendiente del agua del grifo en los restaurantes españoles: se da si se pide, pero no siempre se ofrece.
★ Una receta de pasta sarda en Serious Eats: Malloreddus alla campidanese.
★ Adiós amenities en los hoteles. Yo estoy a favor, nunca suelen ser de gran calidad y al menos hay menos desperdicio. Confieso que sigo viajando con algún bote vacío rellenable por si vuelvo a pillar un hotel con jabón de L’Occitane. El fin del champú en miniatura en los hoteles españoles está cerca.
★ Se habla en EEUU y UK del peligro de las cocinas de gas. Con lo que me gusta a mí. Are gas stoves really dangerous? What we know about the science.
★ Una receta de galletas para mojar, pero a la italiana. Rachel Roddy’s recipe for Italian breakfast biscuits.
★ Una ruta (de comida) por Jerusalén en el New York Times. El enlace es sin paywall. Hummus, Tahini and Other Tastes of Home in Jerusalem’s Old City.
★ Están intentando vendernos el aceite de orujo, cuando ni habíamos llegado al virgen extra. Ay. Dos estudios señalan al aceite de orujo de oliva como reductor del colesterol, de los niveles de insulina y del perímetro de la cintura.
★ Cada país tiene sus cacharros de cocina (y cada región… algún día haré una enciclopedia de eso). En Vietnam por ejemplo está el moja hojas de arroz (vídeo)
★ 12 ideas de pasta lista en 30 minutos, en el New York Times -enlace sin paywall. 12 Easy Pastas That Are Ready in 30 Minutes (Really!)
Gracias por leer y estar. Hasta dentro de 2 semanas!
Con lo de GAS me has recordado que tengo que re-revisar lo de echar un ojo a la serie (en Filmin) de "El último artefacto socialista".
Saludos.
Lo del agua del grifo en los bares/restaurantes es un melón a abrir importante. A mí me gustaría pedir más a menudo, pero me da corte también. Aunque un familiar que lleva más de 30 años viviendo en Madrid dice que es "lo más normal del mundo" (lo sería en su momento, porque "el agua de Madrid es la mejor del mundo", pero no sé yo si la práctica sigue siendo tan extendida).
Y luego está la segunda parte del problema, cuando te ponen agua del grifo en botellas con el logo del local y te la cobran como si fueran botellas de agua mineral. Esto me ha pasado recientemente en Lisboa (en casi todos los locales tenían la misma botella con el nombre del local serigrafiado en la misma) y en el restaurante Maralba (2 estrellas Michelín).