“Anna, me preguntan en qué trabajas, ¿Qué les digo?”
No soy cocinera, aunque me haya formado en la Taberna del Alabardero de Sevilla. Escribo de cocina, aquí y donde me dejan, pero tampoco me considero una escritora. Digamos que escribo porque es la forma pragmática de sacar provecho de lo que realmente me gusta hacer: leer, aprender y atar cabos.
En eso pensaba leyendo e identificándome en una de las cartas de Alicia Kennedy
Supongo que es algo común entre los que nos dedicamos a la divulgación, o sea a la transmisión del saber no académico por antonomasia. Mis ideas surgen en el momento menos esperado, en la cola del supermercado u ojeando una revista. Viendo una película en la televisión o leyendo una novela. Yendo a recoger un paquete a la oficina de Correos o whatsappeando con una amiga. Y como la memoria, que nunca fue mi fuerte, va empeorando, saco el móvil y apunto.
Apunto todo, porque nunca se sabe cuándo volverá a ser útil.
Apunto las pequeñas informaciones que me van contando algunes en Instagram. Apunto datos curiosos leyendo un artículo sobre helado americano. Apunto conceptos leyendo libros de historia del siglo XX.
Recolecto ideas y las almaceno.
A veces, la chispa. La sensación de haber tenido un pensamiento original, juntando dos hechos lejanos entre sí. Es una sensación probablemente falsa -todo está ya inventado- y, creedme, en ese momento humilde. Pero me da la satisfacción de saber que no estoy repitiendo servilmente algo leído a otra persona.
Hace más de 10 años José María Rufo, en Sevilla, nos definió Agitadores culinarios. Me gusta también la idea de ser personas-levadura, que ayudan a que los proyectos fermenten a su alrededor. Y finalmente, recolectadores de ideas. Mamá, ¿te queda claro ahora en qué trabajo?
★ Hemos salido en la prensa local y nos ha dado bastante satisfacción.
★ Si estás estresada, este vídeo te relajará
★ Me he enamorado de esta cuenta en Instagram (aunque la original está en TikTok): un frutero al por mayor de Roma va contando trucos e ideas sobre los productos de temporada.
★ En Milán ha surgido el proyecto Forketters: “social eating con guía”. Cenas organizadas en lugares escogidos de Milán con dos gastrónomas como Anna Prandoni y Chiara Buzzi a ejercer de anfitrionas/guías. Aún no sé si me entusiasma o me da coraje.
★ Historia de la pizza slice neoyorquina.
★ Si no tomas lácteos, aquí unas ideas de cómo consumir calcio.
★ La ensalada de apio, champiñones y Parmigiano es sabrosa, crujiente, distinta e incluso mi nutricionista la aprobaría (aunque me metería un bol de garbanzos al lado). La encontráis en la newsletter del viernes pasado (es para suscriptores de pago, aunque en realidad dedico más tiempo a escribir la gratuita del martes: si te apetece contribuir a mis recolecciones ¿quizás te puedas plantear suscribirte?)
★ Probé la pizza de Napolit en Coruña, y me gustó! No me pilla muy de paso así que no creo que vaya a repetir mucho, pero si vas por Matogrande es una muy buena opción (y al mediodía tienen menú).
★ Nos volvimos a encontrar con la cocina de Alberto Lareo, en el restaurante del Eco Hotel Nos en Silleda -qué alegría, ¡lo echábamos de menos!
★ Emiko Davies ha escrito en Saveur sobre libros de cocina italiana clásicos. ¿Qué libro os recomiendo en español? Aún no ha sido escrito…
★ La pasta burro e parmigiano (mantequilla y parmigiano) es un clásico de la infancia o de cuando quieres darte un abrazo. El New York Times ha propuesto una versión más sofisticada que pinta muy bien.
★ ¿Trucos para hacer el mejor merengue? Aquí.
★ Phony en inglés quiere decir ‘de mentira’ y rima con Negroni. Phony Negroni, estoy deseando probarte.
★ Esto de los criaderos de pulpos sigue sin convencer.
Bravo por el phony negroni y bravo por la newsletter.
Placer de leerte todas las semanas!! Eres una gran recolectora de ideas y de buenas personas.