#35 Nostalgia canalla
porque cualquier excusa es buena para citar a Al Bano en tu newsletter
Soundtrack: Nostalgia canaglia (Al Bano)
Esta vez me toca a mí escribir la newsletter durante un viaje -más concretamente desde el bar de la estación de tren de Compostela (y después desde el tren). El destino esta mañana es Zamora, donde voy a encontrar a Jorge que viene de dos días en Asturias. Mañana acabaremos en La Mancha.
Me acabo de tomar una tostada cuanto menos curiosa. Escuché al señor delante de mí en la cola de la cafetería pedir una y decidí lanzarme. Si me sigues en Instagram sabes de mi querelle con las tostadas de desayuno Norte vs. Sur: Galicia, con todo el pan bueno que tiene, no parece tener una cultura de tostadas en el desayuno. Tiene muchas otras cosas buenas (los pinchos de tortilla por ejemplo, o los bizcochos caseros) pero las tostadas, no. Por qué, no lo sé, ni es importante. Las tradiciones y la cultura no son ecuaciones que se explican con geografía y historia.
Es decir, que en Galicia haya pan bueno no es suficiente para provocar que tenga relevancia en el desayuno. A veces se intenta explicar una receta o una costumbre basándose en la historia (“los romanos/catalanes/inmigrantes retornados trajeron este producto”) y la geografía (“en estas latitudes se daba bien la castaña/patata/maíz”) y aunque historia, geografía, sociología y evolución nos ayudan a explicar muchas cosas no son LA explicación.
No quería entrar ahora yo en la cuestión desayunos, que daría para otro análisis y otro texto, pero el tema tradición, cultura y producto local me viene al dedillo hoy que empiezo un viaje hacia La Mancha.
La semana pasada salí del armario y en Instagram declaré mi hartura con las cremas de pistachos. Ni los pobres pistachos ni las cremas dulces me han hecho nada. De hecho los pistachos me encantan y cuando vi las primeras cremas, hace unos 5 o 6 años, me parecían una maravillosa novedad. Hasta que probé el primer croissant relleno de crema de pistacho y ya la cosa dejó de hacerme gracia. Seguro que habrá por ahí una crema de pistachos, dulce pero no empalagosa, bien hecha. Sí, seguro que es justo la que tienes tú, ¡qué suerte! Pero esta locura pistachil se nos está yendo de las manos.
Me contaba Jorge que justamente en la Mancha se están arrancando olivos -u otros cultivos tradicionales- para plantar pistacheros (acabo de aprender que así se llama el árbol que produce pistachos). He recurrido a mi otra fuente de información territorial: el grupo Telegram de los panepanners (cuyo nombre oficial desde hoy es Panepanners Will Never Walk Alone, gracias Jaqueline). Palabras mayores: gente inteligente, apasionada y generosa distribuida por todo el territorio ibérico y más allá (contamos con delegaciones canadienses, británicas y noruegas). Me confirman que en Almería y Albacete se están arrancando almendros y olivos para sustituirlos con pistacheros, en algunos casos como justamente La Mancha llevan ya muchos años en ello.
Antes de seguir, unos enlaces por si quieres ahondar en este tema:
Cuando Jorge me comentó esto, en uno de nuestros paseos de la tarde, mi reacción instintiva fue de primero de gastronomía: qué pena, hay que ver, se pierde la tradición, dónde iremos a parar etcétera etcétera. Me paré en seco, porque donde hay una italiana hay una discusión, y decidí discutir conmigo misma.
¿Por qué es una pena que se sustituya el almendro por el pistachero? Si el cultivo del pistacho es viable y rentable, ¿por qué no? No soy conocida por tener ideas neoliberales pero entiendo que el campo es un negocio y que se intente plantar lo que el mercado demanda y paga. ¿Acaso no se han ido desarrollando así todos los cultivos tradicionales? La cebada se sustituyó por trigo porque daba más rendimiento, la patata y el maíz fueron productos novedosos hace unos siglos y el kiwi atlántico es ya una realidad. La agricultura no es la guardiana de la tradición, aunque es -puede ser- parte de ella. Es como lo que comentaba antes de la historia y la geografía: son fuentes de información pero no son la explicación. Así mismo la tradición se hace como se hace, con el discurrir del tiempo y de los acontecimientos, pero va cambiando y cada generación va teniendo tradiciones distintas. La tradición fosilizada es folklore, no es tradición viva.
Pero sí hay algo distinto entre la novedad que supusieron, en su siglo correspondiente, la vid, el olivo o el trigo y los nuevos cultivos de estas últimas décadas: el pistacho, el kiwi o los tomates de invierno de Almería. Ahora hay una separación entre el campo y la cultura que crea a su alrededor, o sea la tradición.
Muchas de las costumbres, canciones, fiestas que tenemos ahora nacen alrededor de los tiempos marcados por el campo: la cosecha, la siembra. La matanza, el trabajo de toda la familia y las filloas de sangre, el magosto en otoño -sigo hablando de cosas gallegas porque son las que más conozco- alrededor del vino nuevo y la castaña, las fiestas de la tarda primavera (los maios gallegos por ejemplo) alrededor de la siembra (supongo) y del renacimiento del campo. Canciones, dichos, platos, bailes -todos nacidos alrededor de los tiempos del campo.
¿Qué cultura hay alrededor de los tomates de invierno de Almería? No busco réplicas airadas en contra de esos tomates o de los invernaderos almerienses. Me gustan mucho (los tomates) y valoro el desarrollo económico y tecnológico que han supuesto (los invernaderos). Lo único que les critico es la falta de apego con el entorno. Los tomates RAF (los de verdad, los de mínimo 9€/kilo) no se consumen allí. No hay una elabroación ligada a la cosecha del Kumato. No hay cuentos o canciones relacionados. Y raro nos parecería que así fuera. Podríamos hacer el mismo ejercicio con el kiwi de Pontevedra o el aguacate de Málaga.
El hecho es que el mundo cambia, las cosas, en el siglo XXI, van más rápido. El acceso a la información, las comunicaciones, la tecnología, hacen que las tradiciones no se establezcan de forma paulatina. Todo va más rápido, y no lo digo con voz quejosa de abuela cebolleta: es una constatación. Tenemos Netflix, HBO Max, Disney Plus y Filmin, en el supermercado hay ocho vinagres balsámicos distintos y de la variedad de leches vegetales ni hablo. Ninguna de estas cosas me parece mala. Ni buena. Sencillamente son. Nuestro mundo es así, y desear uno del pasado es inútil e irrelevante.
(A este propósito creo que puede ser interesante esta antología que no he leído aun pero que espero tener pronto en casa: Neorrancios. Sobre los peligros de la nostalgia).
Distinguir entre lo que deseamos (o creemos deseable) y la realidad, reconocer cuáles son los hechos, me parece un ejercicio muy interesante. Plantar pistacheros no es un problema, es un hecho determinado por ciertos condicionantes (cambio climatico, demanda de los clientes, subidas de los costes…). Son los tiempos así, no podemos impedirlo. Podemos individuar los eventuales problemas que se generan y minimizarlos. Sin inútiles nostalgias.
★ Los niños italianos ahora tendrán los apellidos de ambos progenitores, en el orden que elijan (The Guardian). Hasta ahora podían recibir sólo un apellido, el paterno. De la odisea de conseguir que mis hijes tuvieran 1) dos apellidos 2) el mío primero -ya hablamos otro día.
★ La newsletter de Ann Friedman siempre tiene algo que me hace parar unos segundos. Aunque sea para reír. O hacer una lista en Spotify con las canciones que llevan Pie en el título.
★ ¿Una película de Cronenberg con deformaciones física, implantes antropomorfos y en general poca luz? ¿Qué novedad es esta?
★ Ahora resulta que incluso los coches están pensados para proteger mejor a los hombres.
★ Quizás esta sea la única cura para mi procrastinación. Lo siguiente: una pistola puntada a mi sien.
★ Me gusta leer todas las mañanas el boletín Al día de eldiario.es. Si no lo conoces puedes apuntarte aquí.
★ Menos mal que no sufro de ecoansiedad, aunque entre el verano que se adelanta, el daño para la salud de dormir mal por el calor y el impacto de la alimentación en el cambio climático un poco preocupada sí que estoy.
★ En mi wishlist está Red Sauce: How Italian Food Became American, un libro sobre la evolución de la cocina italoamericana. Ojalá alguien escriba algún día algo parecido sobre la cocina italoargentina!
★ Si no te gusta el cilantro no estás sola.
★ No sabía que el orden en que se ponen las bolas de helado en un cucurucho es importante. Lo vi aquí y me lo ha confirmado Brígida Hermida de Xearte.
★ Si la gamba de Mazara del Vallo se pesca en la costa líbica ¿es de Mazara del Vallo o de Libia? Sustitúyase la cuestión con Denia, Santa Pola, Garrucha, Palamós…
★ Bagna Cauda Vegana: necesito probarla.
★ Para la Ascensión en Campania se preparan los tagliolini al latte (pasta fresca cocinada con leche, azúcar y canela. Un especie de arroz con leche pero con pasta) y por la noche se deja un cuenco de agua con pétalos de rosa y hierbas aromática para que Jesús baje a bendecirlo. Cualquier parecido con un San Juan gallego es totalmente intencionado.
★ Hablando de pestos y de morteros: el suribachi es uno de los objetos más bonitos que haya tenido en mi casa. Que tuve, porque se me rompió hace unos años (me queda el surikogi).
★ “Creo que no exista ningún otro producto en circulación que, al cambiar la calidad, no cambie el precio”. En Italia se habla del café y de su precio, de como insistir en no pagar más de 1 euro por un espresso va en detrimento de su calidad. Es algo que también habra que hablar en España.
Este viernes hay la segunda cita con la Firma Invitada -que, como siempre, será abierta para todos. Un placer y un honor para mí poder tener a otras voces en esta newsletter. Espero que os guste -gracias por estar ahí!
Pues yo de los neorrancios estoy de acuerdo con una cosa, antes había menos desigualdad entre ricos y pobres, el acceso a la vivienda era mucho más fácil.
Aunque la culpa parecen que no se la echan a los que cambian de barco cada temporada