El verano se acaba, cantaban los Righeira en 1985. El tiempo está cambiando -lo sabíamos, eh, pero hasta hace poco era algo aun bastante teórico, incluso para los que reciclamos desde los años 90 y. Que si los osos polares (¿quién ve a los osos polares?), que si hace más calor (al margen de los primos metereólogos) - sí sí, pero luego tampoco es para tanto ¿no?
Después han venido los incendios (eh, mala suerte), las sequías (bueno, eso ocurre) y las Filomenas (en invierno siempre hizo frío, exagerados).
Pero ahora nos encontramos con que el cambio climático no es una película catastrofista donde en el giro de pocas horas se hiela medio mundo, ni es algo que podemos dejar para un par de generaciones más allá. Somos nosotros mismos, ahora, los que vemos como se vienen abajo los glaciares en Italia. En el Himalaya ya pasó algo parecido hace un año y nos van avisando de que estos fenómenos, hasta ahora excepcionales, van a ser cada vez más frecuentes. En Galicia estamos al borde de la sequía: algo tiene que ver, quizás, que el anticiclón de las Azores se expande. En la costa valenciana se habla de tomar decisiones difíciles.
“Entonces, ¿estás proponiendo que abandonemos algunos pueblos?”. “Sí, eso es”, respondí. Para la diputada, la cuestión se tornaba más política: ¿quién tendría que decírselo a los habitantes (votantes) de esos municipios?
Leía este artículo en El País sobre cambios que se pueden hacer en las ciudades para mitigar los efectos de las olas de calor. Pintar las calles de blanco, poner jardines en los tejados, ciudades de 15 minutos y más ideas preciosa que me pregunto si son solo ideas bonitas que nunca llegarán a los barrios densamente poblados de Madrid o Sevilla.
Anna, viva el medioambiente, pero esta es una newsletter de cocina
Ya voy, qué prisas, ¿has oído hablar de Slow Food? Pues eso, despacito.
Cuando se trata de ambiente, sostenibilidad y comida los conceptos clave que se suelen repetir son reducir el consumo de carne, prestar atención a los envases y evitar el plástico y consumir local o a kilómetro cero.
Son temas que sigo en las noticias y sin ser ninguna experta voy prestando atención a quien experto es. Suelo evitar los ecoevangelistas y repongo más confianza en científicos o divulgadores científicos que se basan en datos y hechos. Soy atea en la religión y creyente en la ciencia: sé que no hay una verdad esculpida en piedra, sino hechos que vamos entendiendo poco a poco, a través del método científico.
Sobre la reducción del consumo de carne, parece que algo de verdad hay lo mires por donde lo mires. Sea que se trate de bienestar animal, de consumo hídrico (aquí un editorial del New York Times de 2014, aquí una noticia de Noticias Agropecuarias de 2019) o de salud humana, consumir menos carne (y de mejor calidad) es un win-win. Es complicado cuando tu alimentación de referencia se abastece ampliamente de ternera, cerdo y derivados. Esto abre además unos cuantos melones, por ejemplo:
en una situación de inflación y crisis económica como la que estamos viviendo, nos arriesgamos que decir a quien llega con dificultad (o no llega directamente) a final de mes que debe comer menos carne o directamente dejarla puedes resultar entre simplista y condescendiente. El mensaje (hay que reducir el consumo de carne) es correcto, pero hay que modularlo con cuidado
re-aprender a cocinar con pautas más sostenibles es difícil, y otra vez es posible que quien tenga más medios y formación esté aventajado. Una vez más, toda la sociedad deberíamos replantearnos nuestra vida (el crecimiento infinito, la movilidad, los consumos), pero también hay que proveer a todes de la oportunidad de hacerlo.
Sobre el plástico como fuente de todos los males empiezo a tener dudas. Nadie sostiene que sea beneficioso, pero no es lo que más pesa en la huella global de un alimento. En las confecciones de detergentes, por ejemplo, es mucho más importante la cantidad de agua que utilizamos o cómo los usamos que si son líquidos o sólidos. Así que en vez de comprar un champú distinto, fundamental es que la ducha sea más corta, con agua menos caliente y con menos jabón.
Otros datos poco intuitivos salen del ACV (Análisis de Ciclo de Vida): el balance ambiental de un producto desde que es producido hasta que es agotado. Un ejemplo claro, aunque en italiano, lo podéis ver en este post de Beatrice Mautino, divulgadora científica y colaboradora de Scientific American Italia (pongo esto para dejar claro que no es una instagrammer de tres al cuarto como yo). En su caso se plantea qué envase sea más sostenible para la leche entre la botella de vidrio, la de vidrio retornable, la de plástico PET y la de plástico PET reciclado. La respuesta en su post o al final de este texto.
¿Y el kilómetro 0? ¡No nos quites el kilómetro 0!
Quitar no hay que quitar nada, pero tampoco hay que buscar soluciones fáciles y unívocas, porque la realidad acaba siendo siempre más compleja. Consumir local tiene muchos beneficios, pero el del impacto ambiental no es necesariamente uno de ellos.
Por ejemplo, consumir legumbres cultivadas en Estados Unidos o México es más sostenible que comer carne de la ganadería a 10 kilómetros de casa: esto porque la producción de los alimentos tiene mucho más impacto que su transporte. ¿Y entre legumbres cultivadas en España y otras cultivadas en América? De este caso no tengo ejemplo, pero aquí es donde entra en juego la complejidad: además de la sostenibilidad ambiental, quizás queramos tener en consideración la biodiversidad de los cultivos locales, las redes de productores cercanos, el mantenimiento de la cadena de producción cercana. Y el sabor.
Hacer el bien es difícil, pero quizás añadir tanta carga moral a la comida, esta relación de culpa y perdón que tenemos con todo comida incluida, es algo que deberíamos hacernos mirar. Sobre esto ya ha escrito el mes pasado Alicia Kennedy
y ojalá escribiera algo Jorge en su newsletter, que este tipo de temas se le dan mejor que a mí.
Un último enlace: en este artículo de Vox explican mejor y en más detalle por qué comer local no es siempre necesariamente mejor para el medioambiente en términos de emisiones. Y lo deja bien claro:
What we eat — not how far it traveled to our plate — determines our dietary carbon footprint
Qué comemos -no cuánto ha viajado para llegar a nuestro plato - determina nuestra huella alimentaria
Pero a la vez recalca ese para el medioambiente: el consumo local tiene muchas otras ventajas que también hay que tener en cuenta. Como siempre no hay una opción buena y otra mala: depende, todo depende.
No tengo una conclusión para esta newsletter quizás catastrofista. Bueno, una sí: más garbanzos, menos pistachos. Gracias por leerme -¡este viernes habrá receta finalmente! Una crostata de albaricoque y amaretti, si hoy todo va como debe ir.
★ La geometría nunca fue mi fuerte, pero esto de los Tetrapods™ me fascina. Por cierto en Xove, en la costa lucense cerca de Burela, hay un cementerio de dolos (otro tipo de estructura de hormigón parecida a los Tetrapods™)
★ No conocía el concepto de frisson, pero aquí además de explicarlo un poco hay una playlist con 715 canciones que deberían darte escalofríos.
★ Parece que el Multicultural London English está aquí para quedarse. Incluso hay una tesis de la Univerdad de Santiago de Compostela.
★ Había nómadas digitales a los albores del milenio -y unos cuantos hicieron couchsurfing en mi casa- pero ahora es más fácil que nunca. Sea que quieras lanzarte al nomadismo o sólo quieres viajar más ligero, este artículo da buenos consejos sobre cómo viajar con una mochila de 40 litros.
★ Hay una bacteria que es grande como una pestaña. Ugh.
★ ¿Qué tal tu iceberg musical?
★ Hace unas semanas en el New Yorker Helen Rosner describía el ritual que repite cada vez que coge un vuelo desde Los Angeles de vuelta a New York:
My order never varies: a hickory burger with cheddar, a side of fries, and a slice of banana cream pie. If you find yourself in L.A., do yourself a favor by dropping by the restaurant and replicating my order to the letter. And here’s the real trick: just before you’ve finished eating, flag down one of the countermen and ask him to make a ham sandwich to go. Then—and this is key—eat it on the flight home. I try to hold out until the plane crosses the Rockies, but on particularly hungry afternoons I’ll have taken the first bite as early as Arizona.
Me he quedado prendada de su descripción de este diner de otros tiempos, donde los refrescos aún se sirven en conos de papel en soportes de metal, y ahora mi única razón por ir a LA es para ir allí.
★ Si te vas para Cádiz y quieres probar atún rojo, Inma Garrido tiene algunas pistas.
★ Y ya que estás acércate a Conil a ver qué tal este local italiano -y luego me cuentas si merece la pena.
★ He descubierto que da igual cuantas veces te lo dicen, comer ‘mejor’ ocurre cuando quieres comer mejor. Pero estas estrategias pueden ser de ayuda -a mí me funciona comer más despacio, muy despacio, dejando los cubiertos en el plato entre un bocado y otro.
★ Este resumen de los estudios sobre los edulcorantes (artificiales o naturales) de Beatriz Robles Martínez me ha parecido muy interesante.
★ Hablando de Cádiz, parece que ha aparecido un nuevo tipo de vino en Sanlúcar.
★ Una cosa que me encanta de Rosa Molinero es que hace las preguntas que no se nos habían ocurrido.
★ Estamos un poco hartos del Spritz. ¡Ahí al rincón de pensar, junto con la burrata y el pistacho!
★ Las berenjenas a la parmesana son la receta más vista de mi blog -va a ser por algo que El Comidista se ha inspirado en ellas para su versión!
★ ¿Quieres cocinar italiano pero complicándote un poco la vida? Entonces estas recetas de Yotam Ottolenghi son para ti. La torta della nonna es, sorprendentemente, muy parecida al original 😁
★ Si al contrario prefieres ir a por algo clásico y bastante fácil, estas recetas de Rachel Roddy te van a quedar mejor.
★ Diez recetas para principiantes según el New York Times.
★ La Señora Webos ha hecho un tiramisù exprés -que consiste en sustituir las soletillas por galletas. No tengo claro dónde esté la mayor rapidez, pero eso no quita que vaya a estar rico.
La respuesta al dilema de Mautino: ¿culal es el envase con menos impacto en el medio ambiente?
plástico PET reciclado
plástico PET
vidrio retornable
vidrio
Ojiplática me dejaste con el artículo de Mautino, no es tan evidente que el vidrio retornable tenga más impacto que el PET! Y luego el susto, cuando te refieres a Vox, tuve que entrar corriendo para ver que es una revista (perdón por la incultura) ya creí que habías sido inducida ;)