Hace calor y queremos ir a la playa. Hoy te voy a soltar rápido, con una pequeña anécdota alrededor del café.
Entre Venecia y Nápoles
Hablar de café e Italia es un pleonasmo -y donde digo café podría decir pizza o gelato, pero hoy la cosa va de café. A comienzos de año en Italia se habló mucho de café y cultura: «il caffè italiano espresso tra cultura, rituali, socialità e letteratura nelle comunità emblematiche da Venezia a Napoli» era una de las posibles candidaturas italianas para ser presentadas a Patrimonio Cultural Inmaterial de la UNESCO.
La razón de ese eje norte-sur era dar relevancia a la importancia histórica de Venecia en la difusión del café en Europa
“El primer cargamento importante de granos de café fue embarcado a Venecia en 1624 y probablemente ingresó en la corriente comercial como parte del comercio de especias de Constantinopla” El mundo de la cafeína, p. 111
además de por ser la sede de uno de los primeros cafés de Europa -la primera casa de café veneciana abrió en 1683, pero no fue la primera: en 1671 ya había abierto una en Marsella. El Caffè Florian, abierto en Piazza San Marco en 1720, es el café más antiguo de Europa aun en función.
Nápoles, por otro lado, es patria de la cultura del café, o quizás habría que decir devoción. Tanto que hay una palabra específica para indicar la pequeña taza de espresso: la tazzulella ‘e cafè -audio de cómo se pronuncia cortesía de Sissa Linda Pastissa directamente desde las calles de Nápoles:
(una pesadilla de dobles, sí) -y la canción de Pino Daniele empieza a sonar de fondo.
Quizás te suene el café pendiente: en Nápoles se dejaba un caffè sospeso, un café pagado para otra persona que pudiera necesitarlo. O sea, vas al bar, pides un café y pagas dos. En Roma en un horno vi una pizza pendiente: un sin techo se acercó a preguntar si había alguna pizza pagada, y le dieron un trozo de pizza bianca. Si eso no es un país civilizado, no sé yo.
Los napolitanos incluso tienen su propia cafetera, la napoletana. Antepasada de la moka es de hecho una cafetera de filtro: por un lado se hervía el agua, luego se le da la vuelta y el agua va pasando filtrando en la jarrita. Las de la foto son regalo de familia, pero podéis encontrarla en acero o en aluminio.
El café de rodilla
En Nápoles, a finales del S. XIX, se hablaba del caffè di ginocchio (pequeña divagación linguistica: ginocchio = xeonllo en galego, genoll en catalán, joelho en portugués, genou en francés: como siempre es el español es que se va por otro lado). El café de ginocchio era el café hecho con los posos de café que el barista ponía en un cajón a la altura de las rodillas. Los ambulantes compraban los posos, a un precio muy reducido, y con ellos hacían el café de rodilla, que vendían por la calle.
Esto lo he sacado de este artículo de Repubblica, aunque encuentro otras hipotesis sobre el por qué de esa rodilla: en este artículo lo sitúan en Milán y la rodilla viene al caso por la altura de los carritos ambulantes o porque se bebía agachados. Mientras no haya alguna fuente escrita fehaciente yo sigo en el equipo “cajón a la altura de la rodilla”.
Dos cosas más
Si quieres hacer el anti café italiano, puedes probar el Cold brew: aquí la receta de Serious Eats.
El libro sobre la cafeína es muy completo, bien escrito y denso: lo encuentras en la sección LIBROS Ensayos de gastronomía de mi escaparate en Amazon. También hay sección de CACHARRAME cafetero.
Tres cosas: el caffè leccese está muy rico (pero hay que tener la leche de almendra de ahí.
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