Yo hoy solo quería hablaros de la Macchina di Santa Rosa de Viterbo, que por sí sola se merece una newsletter. No recuerdo cuándo me enteré de la existencia de tal cacharro -porque la Macchina es un enorme, gigantesco, absurdo cacharro. Es tan grande y absurdo que sobrepasa los límites de la razón.
Pero antes, aprovecho y te cuento más cosas de Viterbo, una provincia del Lazio que está al norte de Roma, en la frontera con Toscana. A esa zona se le llama Tuscia /tu:sha/ y a su vez es parte de las tierras de los antiguos Etruscos (o más bien Etruscos a secas, porque Etruscos modernos no hay).
Vamos allá.
La Tuscia y los Etruscos
Según la época a la que nos referimos, la Tuscia puede abarcar hasta el sur de la Toscana y parte de la Umbria, pero hoy normalmente con Tuscia indicamos la provincia de Viterbo. Si quieres ser tiquismiquis, puedes decir Tuscia romana. Pero vamos, ¿a quién se lo vas a decir?
Para mí, que conozco mejor las zonas de Grosseto y Roma, es un mix de estas provincias. Un poco como el Bierzo: no es Galicia, no es León, es una cosa aparte, pero que te recuerda un poco a las dos. Es una Roma que se va haciendo toscana o una Toscana que se va romanizando.
La Tuscia coincide grosso modo también con el territorio de los Etruscos, que es de donde coge el nombre, y esto explica también esa sensación transfronteriza: de los Etruscos y de Etruria, el nombre de su territorio, vienen Tuscia y Toscana. En fin, que no estamos en Toscana, pero claramente estamos cerca.
Visitar necrópolis etruscas debería ser vuestro pasatiempo preferido: si solo puedes acercarte a una, la de Tarquinia es la más importante. Los Etruscos -lo que nos queda de ellos, sus pinturas en las tumbas y las esculturas en los museos- a su vez son transfronterizos, mejor dicho, transcronológicos: su estilo va desde el estilo más oriental griego, del siglo VII a.C., hasta uno más romano de mediados del siglo I aC.
Tuscia mix
Algo que ver: el Lago de Bolsena. Es un lago de origen vulcánico -parecido a otros de la zona como el de Bracciano o el de Vico-, una cuña del Lacio entre Toscana y Umbria. Muy bonito, tiene playas. Y en el medio tiene una isla, la isola Bisentina, que se puede visitar, aunque la visita cuesta 24€, más el transporte. Igual mejor hacer otra cosa.
Algo que ver: el Parco dei Mostri di Bomarzo. Cerca del borgo de Bomarzo (que merece una visita también) este jardín renacentista es conocido por sus esculturas fantasiosas. La visita es de pago por supuesto y el lugar bastante concurrido. Por cierto, a 80 kilómetros hay una versión moderna y lisérgica, el Giardino dei Tarocchi creado por Niki de Saint Phalle en 1979. Aquí un artículo sobre Bomarzo en el National Geographic.
Muchos más sitios que ver: Santa Maria in Castello (Tarquinia), San Pietro (Tuscania), Palazzo Farnese (Caprarola), Villa Lante (Bagnaia), Calcata, Celleno, o las termas de Bullicame (aquí, en el New York Times). Muchos pueblos de esta zona son bonitos de ver porque están construidos en tufo, una piedra volcánica (me dice Wikipedia que en español es toba) que se corta con facilidad y que también se deshace fácilmente.
A propósito de pueblos bonitos y de roca que se deshace, escucharás hablar de Civita di Bagnoregio, llamado también “el pueblo que se muere” porque está literalmente deshaciéndose. Civita di Bagnoregio, la ciudad italiana de 10 habitantes que todos quieren conocer. Ya está masificado, te aviso. Y hay que pagar entrada para entrar -el único acceso al pueblo es por un puente. Al que llegas en un bus después de haber dejado el coche en un aparcamiento. Tú y las otras docenas de turistas que quieren ver este lugar secreto. Igual ya me has entendido.
Algo que comer: estamos en tierra de bruschetta y de muchas legumbres. En las tiendas (la semana que viene, mapa de sitios donde comer y comprar) encontrarás lentejas de la Tuscia, garbanzos -de aquí es el cece croccante o “del solco dritto” parecido al garbanzo pedrosillano y el cece nero, garbanzo negro- y alubias, como los fagioli del purgatorio. En el lago de Bolsena es tradicional comer pescado de agua dulce como el coregone -llamado también lavarello.
Macchina di Santa Rosa
El plato fuerte de hoy es la procesión de la Macchina di Santa Rosa. El 3 de septiembre, de noche, una altísima columna blanca sale por las calles del centro de Viterbo. Imagina Orthanc, la torre de Saruman en Isengard, pero blanca, iluminada por velas y llevada a hombros por las calles de una ciudad.
En origen -siglo XIII, año arriba, año abajo— esta era una simple procesión, donde una escultura de Santa Rosa era llevada de una iglesia a su santuario. Un affaire del día a día de cualquier pueblo católico. Con los años la cosa se ha ido haciendo más grande, y ahora es una torre de casi 30 metros y de 5 toneladas de peso (el paso más pesado de la Semana Santa sevillana está, creo, en 1,250 kilos).
Con un gran despliegue de fuerza y sentimiento, los 150 costaleros facchini levantan la torre —lo que me parece más complicado porque es muy vertical, me pregunto si alguna vez se les ha caído- y la pasean por las calles del centro de Viterbo. Esa noche se apagan todas las luces, todas todas, luminarias de las tiendas incluidas. Solo quedan los móviles y las velas de la Macchina.
Aquí también hay una especie de carrera oficial, para la que hay que pagar entrada, pero mi enviada particular (los panepanners están en todos lados) me dice que hay formas de apañarse para verla. Eso sí, ten en cuenta que hay que esperar unas horas.
El diseño de este mega matraquillo se encarga a una persona distinta cada 5 años. ¿Qué pasa con las máquinas viejas? Se guardan en una nave enorme —creo que despedazadas—, y ahora mismo se conservan las últimas cinco.
Yo no creo que llegue nunca a coincidir en Viterbo para ese día, pero me quedo con el relato que me hizo Marta, una panepanner maña-calabresa, que sí estuvo en Viterbo por casualidad un 3 de septiembre. He editado ligeramente el texto para que quede más legible:
“Estuve en persona en esta fiesta en 2019. Volvíamos hacia España y paramos en Viterbo por pura casualidad, porque desde Calabria hacemos las etapas un poco a ojo usando Booking, según el tráfico, según lo cansada o cargada que vas etc. La dueña del b&b nos dijo "Qué suerte habéis tenido porque realmente tenía todo lleno, pero hubo una anulación de última hora. Eso sí, tendréis que ir andando, ni se os ocurra mover la macchina di dove l'avete parcheggiata". Nosotros dijimos "Ah, no es problema, pensábamos tomar un bocadillo aquí cerca nada más". "COME? Ma non potete non vedere la Macchina!"... (Wtf, la macchina... Pero si nos ha dicho que no tocáramos la macchina). Y continúa: "Vengono di tutta Italia, anche dall’estero, migliaia di persone, per vedere la Macchina. Ma voi, fatemi capire... perché siete venuti se non per la Macchina??" Un dialogo de besugos! No habíamos oído hablar jamás de la fiesta de S. Rosa. Inolvidable!
La señora, que no daba crédito a la casualidad de que hubiéramos ido a parar allí en un día que la gente se mata por encontrar un alojamiento, nos explicó y allá que nos mandó con 4 horas de antelación a coger sitio (y ya estaba todo lleno). La gente llevaba bocadillos, sillas, frascas de vino y todo lo llevable... Y cuando anocheció y apareció aquella columna de luz por entre las casas fue ✨✨✨✨
Fue precioso. A mí sobre el papel declaro siempre que me agobian las fiestas tan veneradas, las aglomeraciones y las demostraciones de fe tan loca... pero luego, cuando estás allí (como ocurre tanto en Andalucia, qué te voy a contar que no sepas), la energía colectiva es brutal, muy emocionante. También porque hay golpes de efecto que te sugestionan, como por ejemplo el hecho de que TODAS las luces de la calle se van apagando cuando se acerca la Macchina. Todo queda a oscuras para que solo luzca la luz de Santa Rosa y su macchina resplandeciente.”
La semana que viene, mapa de la provincia y recetita.
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Newsletter súper generosa, Anna! En un rato he aprendido 6 o 7 cosas que no sabía (deutsche italo-disco... adoro!), he desbloqueado el recuerdo de que existe la pasta alla vodka, y aun me queda lectura para todo el finde! Grazie 🤗